El 17 de octubre es el Día Mundial para la Erradicación de la Extrema Pobreza. Conmemoramos esta jornada desde 1987, año en el que Joseph Wresinski hizo un llamamiento a miles de personas de todos los ámbitos de la sociedad, congregados en la Plaza de las Libertades y de los Derechos Humanos en París, para afirmar que:
“Allí donde hay personas condenadas a vivir en la miseria, los derechos humanos son violados. Unirse para hacerlos respetar es un deber sagrado”.
En 1992, la ONU reconoció el 17 de octubre como una jornada internacional. . Desde entonces, en muchos lugares del mundo hay personas que se movilizan para recordar públicamente que el ser humano es capaz de poner fin a la extrema pobreza. Este día nos reúne en torno a personas como Emma, de Bolivia, que el año pasado, en la conmemoración de esta jornada, afirmaba: “Las personas que vivimos la pobreza tenemos un conocimiento, un saber de la vida, y a pesar de que mucha gente te ignora siempre, luchamos para estar mejor”
En 2020, colectivamente somos cada vez más conscientes de que todas las personas compartimos la misma Tierra y de la responsabilidad del impacto ambiental de nuestras acciones. También sabemos que tenemos una responsabilidad a la hora de permitir que todas las personas vivan en condiciones dignas y participen en esta construcción.
El 17 de octubre será entonces la oportunidad de señalar que queremos “Actuar juntos para lograr justicia social y medioambiental para todas las personas”.
Nuestra sociedad trata a la naturaleza igual que trata a sus miembros más pobres. Desde hace generaciones se explota a las personas en situación de pobreza, se aprovecha su fuerza de trabajo, y cuando ya no es útil, se desecha. De igual manera se saquean y contaminan los recursos naturales sin que se asuma ninguna responsabilidad en cuanto a su regeneración. La sociedad trata aún peor a las personas en situación de pobreza extrema que a la naturaleza. De hecho, nadie puede culpar a la naturaleza de su degradación, mientras que con demasiada frecuencia se acusa a las personas en situación de pobreza de no tener voluntad para superarla. Este hecho sitúa en primer plano el mensaje de movilización del 17 de octubre y su propuesta para actuar y transformar nuestras sociedades con y desde las personas más pobres. Hoy en día, para lograr este cambio, se deben tomar en consideración todas las relaciones existentes entre justicia social, económica y ambiental.
«No hay justicia medioambiental ni social sin un diálogo inclusivo». Crispin N, República Democrática del Congo.
«Es fundamental que la Jornada del 17 de octubre contribuya a reforzar la concienciación mundial sobre la necesidad de adoptar medidas firmes para respetar el medio ambiente, al mismo tiempo que se respetan los derechos de todas las personas, empezando por las más excluidas y que son las primeras víctimas de la degradación medioambiental». Hugues C., Francia
«Con la elección de este tema nos comprometemos a considerar a quienes viven en situación de pobreza como agentes en la toma de decisiones sobre el medio ambiente y el uso de los recursos naturales». Jean-Bosco N., Fundación Concordia-Ineza, Rwanda.
«Es prioritario, para todas las comunidades del mundo, incluyendo la nuestra, actuar en favor del medio ambiente. Actuar de manera sostenible permitirá que personas de bajos ingresos y en situación de pobreza puedan mejorar sus condiciones de vida y, de este modo, se dará solución a dos problemas que nos afectan hoy en día. Queremos realizar talleres sobre arquitectura sostenible y aprender a construir con materiales reciclables, de este modo experimentaremos de manera práctica soluciones para las viviendas que ayuden a minimizar los recursos naturales utilizados y reducir el impacto ambiental y, al mismo tiempo, el coste económico para las familias». David T., Fundación Social Oasis, Colombia
«Los inventos tecnológicos e industriales deben dejar de destruir el medio ambiente y empobrecer aún más a la población. Las personas más pobres tienen menos posibilidades de hacer frente a las exigencias del calentamiento global, y sin embargo, también tienen derecho a vivir y a respirar como todas las demás. Toda tecnología que no prometa un mundo mejor, solidario y justo, y un medio ambiente sano para cada ser vivo, es una tecnología enferma». Christian R, Burundi